LA DANZA DE LOS NEGRITOS.
(Versión de Simón Guadalajara Solera)
(Versión de Simón Guadalajara Solera)
Tiene lugar el día de San Blas "gargantero" en Montehermoso; la ceremonia religiosa consiste en trasladarle a su ermita, oficio de la Misa, reparto de "cordones de San Blas", y los dulces de San Blas: roscas, floretes, etc. Los sonidos de la flauta y tamboril aportan el elemento de la música, cuyo papel es importante a la hora de la danza. El santo tiene fama de generoso, casi como un pequeño dios de la naturaleza, que otorga cuanto se le pide sin vergüenza alguna, a través de los oficiantes de los "Negritos".
La cara embetunada es el recuerdo de una máscara, bajo la que ocultaban su identidad, para propiciar la magia de las transformaciones y la eficacia de las súplicas. Son portadores de tantos instrumentos como oficios han de representar con sus mimos y gestos; tijeras del esquilador de ovejas, navaja del barbero, pujabante del herrero para asentar las herraduras, martillo del carpintero, etc. Se ejecutan varias danzas, todas ellas presididas por un sujeto de singulares características para la broma y el donaire de sus saltos; se le llama el "palotero", porque también debe soportar un zurrón, de piel de cabrito, donde los danzantes guardan sus palos y sus instrumentos; de vez en cuando grita un ¡Viva San Blas! que precede a sus peticiones.
Se ejecutan varias danzas, de breve duración; sus ritmos, muy irregulares, son ágiles y ligeros; mediante un brinco se cambia de posición para darse la cara o la espalda; no se produce ningún trenzado de piernas o tijeretas, jaleos de punta y tacón… Las variantes de la vertical y los giros los marcan unos ligeros agaches y quiebros para la mudanza; los saltos se ordenan en el sentido evolutivo de las paralelas, cruce en aspa, círculos coreográficos…llegando a revestir una solemne vistosidad, con evidente recuerdo de lo hierático y matiz ritual. Los movimientos circulares y la posterior solución de los movimientos de la serpiente, nos puede recordar la naturaleza cíclica y religiosa de dichos movimientos, ejecutados por danzantes masculinos:
Empiezan los negritos la danza del "Mambrú", "del ama del cura" y la "sorda", de color costumbrista.
El palotero interrumpe el ritmo y los saca para la formación de la danza de la "culebra"
La evolución ahora se orienta al teje y desteje de las cintas.
Empieza el mimo de los "oficios", en cuyo gesto se reproduce la actividad profesional de los diferentes oficios, olvidándose algunas veces la danza, para así insistir en la mímica.
Por último el "palotero" envaina un bastón, en cuyo extremo va sujeta una bola de estopa, la cual, mientras arde, se pasea por el espacio de la danza, disolviendo a los danzantes.
Esta es la descripción, pero ¿qué significado contiene? Los instrumentos utilizados todos ellos son punzantes; lo cual viene a coincidir con el significado de "moharrache" en árabe conjunto de instrumentos de acero afilados, y que además era una fiesta en la que los pastores debían de ofrecer a los vecinos y habitantes de los concejos, donde pastaban sus rebaños, regalos y muestras de buena amistad; de esta manera estamos asistiendo a una de las funciones del rito: la de limar las hostilidades para una convivencia en paz y armonía entre pastores y colonos. El pacto o el acuerdo se exterioriza en la ceremonia del ritual, en una zona como la del Alagón, donde primeramente la agricultura fue ganando terreno; pues sabemos, por ejemplo, que los pleitos de los concejos contra la Mesta se inscriben en las fechas de comienzos del siglo XVIII, como más temprano, para la zona de la Vera y el Valle del Jerte.
La alianza pactada mediante ese ritual adquiere fuerza persuasora, además de impositiva, con un lenguaje de símbolos accesibles a la comprensión del colectivo. Esta danza es muy reveladora por varios motivos, pero, entre otros, por la figura bufonesca del "palotero"; su comportamiento se aproxima al papel del oficiante del pacto, el intermediario entre los danzantes y el público espectador, el neutral entre dos bandos: el pastoril y el agrícola, el nativo y el forastero. Su identidad es ambigua para comprender a los dos elementos en el conflicto; su vestuario está fuera de los convencionalismos, con abundante colorido de tonos subidos. El rostro está igualmente transformado para evocar la funcionalidad del rito. A su vez, los instrumentos nos recuerdan a los dos mundos en litigio; no aparece la hoz o la reja del arado, u otros que pudieran levantar susceptibilidades; se consigue el espacio ideal para consumar la alianza con la comida de la res, la víctima sacrificada para la virtualidad del rito, amen del vino, la exhibición festiva de las músicas, cantos y bailes colectivos.
De esta manera, aquel espacio neutral llega a participar de la realidad mágica, de lo sobrenatural, que a su vez es motivo de estímulo para una mayor cohesión social del grupo. De ahí la pervivencia de una ceremonia que sigue puntualmente fiel al ancestro, pese a que las circunstancias y el contexto hayan cambiado tanto; hasta el punto de que los propios danzantes ya ignoran el significado de los gestos y de sus máscaras, aunque se intuye en su comprensión. Las castañuelas de corcho del "palotero" han dado lugar a coplas como éstas:
Al oir las arrañuelas
La genti mira pa atrás,
Creyendo que eran los negros
La mañana de San Blas.
El paso de una danza a otra se ejecuta sin violencias; el hacer y deshacer la culebra, el tejer y el destejer la cinta, etc., están en la misma dialéctica del lenguaje primitivo de la oposición vida-muerte, día-noche… Es el contraste de los símbolos en donde se resuelve la concepción del fluir de la existencia, de la vida entre sus contrarios. Por ello mismo y al mismo tiempo, se ocultan ( se enmascaran) los motivos del conflicto; sólo se descubren cuando han sido superados en el acto de la comida, cuando ya se han conjurado los riesgos de la discordia y la lucha.
Simón Guadalajara Solera.
Texto tomado del libro de Fray Antonio Corredor García: "Montehermoso: Datos para su historia", quien a su vez lo ha tomado del libro de Simón Guadalajara Solera "Lo pastoril en la cultura extremeña" Editado por la Institución Cultural "El Brocense". Diputación Provincial de Cáceres. SA-1984.